Leí la carta que Ingrid Betancourt, quien está prisionera por las FARC en Colombia, le envió a su madre. Desde el infierno en que vive, Ingrid, reitera el amor que siente por sus seres queridos y aboga por la libertad de los rehenes de la guerrilla.
Ingrid, quien luce escuálida, retraída y como "muerta en vida", tal y como ella se define, necesita de nuestras oraciones, al igual que todos aquellos que atraviesan por la misma situación que ella en esa infernal selva donde está secuestrada.
Una carta de la que nadie, después de haberla leído, puede permanecer indiferente. Por eso, en
este nuevo año quiero pedir al cielo por la libertad de esta mujer, que está a punto de desfallecer. La Biblia, y la voz de su madre que escucha todos los días a través de la radio, le han ayudado a seguir con vida, en estos casi siete años de cautiverio.
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