miércoles, 25 de febrero de 2009

Por si vienen los ladrones

ESCRITO POR: ALICIA ESTEVEZ... EN "COSAS DE DUENDES" DEL LISTIN DIARIO Iván Daniel tiene cinco años. Habla poquísimo. Recuerdo que la primera vez que lo escuché decir una oración completa, tenía ya cuatro años y me asombré. Le comenté a su tío, con alegría, “mira, habla bien”. Sus familiares hemos aprendido que su poco hablar es un estilo, algo propio de su personalidad, que le da un toque de mayor jocosidad a cualquiera de sus ocurrencias infantiles. Iván aún no sabe leer y dudo que se haya enterado que un mayor de la Fuerza Aérea encabezaba una banda de delincuentes que realizaba atracos entre cuyos integrantes se encontraban otros militares, y, como peces de una misma camada, hasta un asesino prófugo. A su mundo de juegos, muñequitos y pupitres no ha llegado la angustia de no saber si el uniformado que te pasa por el lado en la calle sería una ayuda en caso de necesidad o la razón para correr por tu vida. De esas cosas, por suerte, aún no se entera el silencioso Iván. Pero sí le tocó de cerca, como a la mayoría de las familias dominicanas, la proliferación de robos que se producen día tras días en residencias y negocios. La semana pasada despertó escuchando los comentarios de sus padres y de los vecinos del edifico donde viven. Hablaban de que los ladrones habían estado allí la noche anterior y se llevaron el inversor del área común. Todos comentaban lo ocurrido cuando sonó el teléfono en la casa del niño. Entonces, escuchó asombrado que los asaltantes habían estado al parecer muy ocupados porque también en casa de su abuela, que vive en otro sector, se había producido un robo. A la abuelita le fue peor. Los ladrones rompieron una verja de la parte frontal de la casa, en la galería, justo frente a la calle, y por allí penetraron. Sustrajeron la computadora, en la que la abuelita de Iván tenía muchísima información de valor para su trabajo, y el DVD en el que el niño veía las películas alquiladas, junto a su hermana y sus primos, cuando la visitaba todos los sábados. Así que la inseguridad, la necesidad de protección y la amenaza de la delincuencia fue el tema de ese día en la casa de Iván que, como es su costumbre, guardaba absoluto silencio y escuchaba. En un momento determinado el niño se dirigió a su habitación y comenzó a recoger sus juguetes favoritos, los superhéroes que su mami había colocado como decoración y al alcance de la mano. Iván tomó a al “Hombre Increíble”, el “Hombre Araña” y “Súperman” y los fue metiendo uno a uno, apretujados, en una gaveta. La mamá entró a la habitación y lo sorprendió en la extraña tarea, pues él, como la mayoría de los niños, tiende a sacar los juguetes no a guardarlos. Cuando le preguntó ¿Iván, qué haces? El niñito respondió en tono quedo “Estoy guardando mis juguetes por si vienen los ladrones”, y siguió poniendo su tesoro en lugar seguro.

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