viernes, 11 de septiembre de 2009

A Anderson y su quijotesco honor a la verdad

A Anderson y su quijotesco honor a la verdad. por Gustavo A. Román – 09/sept/2009 Anderson es un niño de unos 12 años, del barrio de Herrera quien vendía arepas en la calle. Cuando la gente intentaba darle dinero el respondía “Yo no estoy pidiendo, yo estoy vendiendo mis arepas, si usted quiere ayudarme cómpreme”. Al ser entrevistado expuso que si el recibía ese dinero entonces luego cuando necesitara más dinero estaría tentado a conseguirlo por otras vías que no fueran las de su trabajo…” Anderson fue “descubierto” por Judith Leclerc y se le canalizaron ayudas (becas del colegio, ayudas económicas a la madre y un inversor para la casa). Este reportaje lo vi en un momento en que perdía la esperanza de la lucha social y fue casi enviado para mí, para recordarme por qué estoy luchando, por quienes estamos luchando. http://judleclerc.blogspot.com/2009/08/el-nino-de-las-arepas-un-ejemplo-para.html Para Anderson y su Quijotesco honor a la verdad. A mí me importa que te niegues a soñar mis realidades, que aun cumpliendo sin maldad tu existencia miserable, te castiguen sin saber cuál ha sido tu faltante. Sin mirarte fijamente mientras pateas gozoso, el cilindro que has llenado de esperanzas en nosotros. No vestir tu sencillez de halagos falsos y mezquinos, te ha valido los maltratos del más noble corrompido y ya no anhelas transportes ni entiendes de tres comidas mas conoces las esquinas donde se brega con droga y sin pensar otra cosa que en los llantos de tu madre, sales y vendes ansioso lo que coció aquel anafe. A mí me importa que no entiendas sobre redes sociales y te aburras sin nintendo al recorrer hospitales, si no te molesta esperar cuatro días sin receta, ¿por qué a tu edad el doctor a mi me daba una paleta? Me da rabia disfrutar de lo que padeces, me da rabia pensar si te lo mereces, me da miedo no llegar a tiempo, me da terror pensar en perderte. A mí me importa que tus sueños sean tener mi inversor y pasarte un día completo viendo mi televisor, que tu mente sea tan corta pues no sabes de otra cosa. No entender felicidad, tu bendito estado anímico cuando lo que gana tu madre no supera el sueldo mínimo. A mí me importa que no sepas que yo existo para ti y que espero que me esperes para hacer un porvenir, uno nuevo donde los hijos de tu realidad maldita no sueñen con las sandeces que regalan en la mía, uno nuevo sin cilindros que encarcelen la esperanza y sin nobles corrompidos que administren la balanza, con receta y con paleta porque ni tu ni yo somos culpables, del salario bochornoso que perciben nuestros padres.

1 comentario:

Anónimo dijo...

yo no habia tenido la oportunidad de ver ese reportaje, le saca las lagrimas a cualquiera. de ese niño aprendemos todos. Muchos politcos y funcionarios publicos, teniendo con que comer, hacen todo tipo de robos y atrocidades, este niño sin tener nada demuestra una honestidad envidiable, QUE TODOS DEBERIAMOS CULTIVAR.

Ese niño es grande y llegara muy lejos. Con Dios delante que si